venerdì 28 dicembre 2007

2002-ARISTIDES UREÑA RAMOS- "I TOOK PANAMA" por Monica Kupfer

Monica Kupfer presenta "I TOO PANAMA"
Aristides Ureña Ramos/Panama, Panama


Autor: Monica E. Kupfer
ArtNexus No. 42 - Nov 2002



Aristides Ureña Ramos, pintor panameño residente en Florencia, presentó su más reciente exposición en Panamá bajo el título I Took Panama, citando —en letras minúsculas— la famosa declaración del presidente norteamericano Teddy Roosevelt cuando se involucró en la independencia de Panamá para promover el interés estadounidense por construir el canal interoceánico en la nueva república.


Esta exposición refleja la intención de Ureña de crear sus propias crónicas históricas que, como docufábulas visuales, dejan testimonio —visto por sus ojos surrealistas— de hechos importantes en la historia de su país natal.Las once obras en técnica mixta sobre lienzo exhibidas pertenecen a un grupo de 76 que conforman la serie completa de itookpanama. Los títulos de los lienzos, siempre de relevancia para este artista de preocupaciones lingüísticas, hacen referencia a la independencia de Panamá de Colombia (el 3 de noviembre de 1903) y a otros hechos de la historia nacional, así como a la naturaleza tropical (manglares, ríos, mares), leyendas (como la de la Tulivieja) y costumbres (como la celebración anual de la zafra de caña de azúcar). En otras obras de esta serie, Ureña representa visualmente su imagen de los sueños de los europeos y norteamericanos que construyeron el canal de Panamá, pero también los sueños de la gran población afroantillana sin cuyo trabajo no se hubiera logrado crear la vía interoceánica.




















En El día en que nació mi país, obra emblemática de esta exposición, Ureña pinta su imagen de Panamá como un monumento barroco que surge del mar azul hacia un cielo luminoso. En el horizonte se perciben pequeñas nubes lluviosas sobre un cielo claro en el que flotan niñas-ángeles de broma, que sostienen paraguas como paracaídas, y a las cuales vemos desde una curiosa perspectiva que nos presenta sus entrepiernas y no sus caras. El mar está repleto de peces que escupen agua como en las fuentes del viejo mundo, rodeando el conjunto central de la composición. Este Panamá, según Ureña, contiene una gran cruz cargada de rojos corazones ardientes, telas drapeadas, escudos y vegetaciones de las que brotan rosas negras hacia el mar. En el centro, vemos saliendo de la espuma, en proporciones variables y arbitrarias, una gran cantidad de mariposas, la bandera panameña, figuras de personas de diversas razas y edades, así como una paloma de la paz, en un todo que simboliza la nacionalidad. En esta obra, como en la mayoría de las pinturas de Ureña, la composición está rodeada por un par de “cornisas”, bordes que enmarcan la imagen central, que sirven para anunciar y reiterar el tema de la obra como “pregones” o coros musicales. Los elementos que aparecen en estas cornisas decorativas se repiten con frecuencia y conllevan una simbología específica para el artista. Se destacan, por ejemplo, los corazones apasionados, los navíos del destierro, las palmeras tropicales, los buses públicos, los hombres oscuros ensombrerados, las mujeres-madonas, las aves y los peces, por mencionar sólo algunos de los elementos del amplio léxico iconográfico de Ureña Ramos.

Ese mundo de Ureña está poblado por una surreal combinación de personajes y objetos que le sirven para narrar una historia, de la que simultáneamente se burla. Con su hábil manejo del dibujo, recuerdan el arte clásico, pero también el mundo de las historietas. Con una actitud abiertamente postmoderna y contestataria, Ureña Ramos cita los lenguajes del arte europeo y del arte indígena (como las molas kunas), de la publicidad de las transnacionales (como los logotipos de Del Monte o Chiquita), de la televisión, en fin, del mundo globalizado del cual es ciudadano muy consciente. Además, dentro del juego visual e irónico que caracteriza su trabajo, encontramos citas —como pequeños “homenajes”— al estilo de maestros que lo precedieron no sólo en el arte panameño, sino también en la historia del arte occidental.Por ejemplo, en La muerte de Victoriano Lorenzo (obra en donde Ureña pinta al héroe panameño no en el momento de su fusilamiento, sino después de muerto), el artista cita intencionalmente la manera y los colores usuales del panameño Juan Manuel Cedeño, así como en otras obras imita con respeto a otro coterráneo, el neoclásico pintor Roberto Lewis. Creación de la bandera ofrece otro ejemplo porque la figura de la mujer que cose la bandera panameña es una cita del San Sebastián del Juicio universal de Miguel Ángel.










En Homenaje a los poetas panameños se percibe una relación con el trabajo sensual del pintor panameño Mario Calvit. De hecho, Ureña considera que algunas de sus obras son “puramente citacionistas”,
como en el caso de Cuatro de noviembre de 1903, composición alegórica que hace referencia al día en que se conmemora la bandera panameña.







A pesar de que Ureña Ramos emplea técnicas mixtas sobre lienzo en la mayoría de sus obras recientes, éstas se acercan más al dibujo que a la pintura. El pigmento tiende a ser delgado y de colores intensos. La mayoría de las composiciones están construidas por una gran cantidad de figuras y formas detalladas, dibujadas casi en miniatura, de tal manera que el observador tiene que acercarse a la obra para poder descifrar sus componentes. En algunos casos, las composiciones aparecen tan atiborradas de elementos que las imágenes se vuelven confusas, casi contradiciendo su carácter narrativo.

Esto ocurre en Panama Day, obra en que el uso casi exclusivo de tinta azul aumenta la desorientación y da a la obra una calidad de boceto. Esta tinta azul, nueva en el trabajo de Ureña, carga una asociación simbólica de valor para el artista (la relaciona con la cerámica Delft que importaron los europeos que vinieron a trabajar en el Canal). Sin embargo, no logra con ella efectos comparables a las composiciones más claras y los colores más expresivos de otros lienzos.Los ricos colores de Ureña los encontramos, por ejemplo, en la obra con que participó en la reciente Bienal de Venecia. Sin entrar aquí en una discusión sobre la lastimosa decisión de presentar el trabajo de varios latinoamericanos en un espacio fuera de Venecia, vale destacar el políptico de este artista panameño, que consistía en una colección de pequeños lienzos que cubrían toda una pared y que enfocaban el tema de la inmigración, que como el encuentro de razas y la globalización, ha sido el eje de varias series creadas por Ureña Ramos.De hecho, Ureña Ramos ha trabajado hace tres décadas en torno a lo que él llama “ciclos pictóricos” que —como bien explica la presentación de Tania Iglesias en el folleto para la exposición en Arteconsult— enfocan temas e intereses como el “mestizaje plástico de elementos culturales precolombinos y afroantillanos”; la incidencia de los medios de comunicación masiva, especialmente la televisión, en el hombre de hoy; la apropiación y reconsideración de elementos “clásicos” del arte occidental; la cultura tropical; y el desarraigo y las adaptaciones que han traído consigo las grandes inmigraciones del final del siglo XX. Ureña interpreta y emplea todos estos elementos temáticos para provocar al observador y, en una manera poética, para incitar a la reflexión.El proceso conceptual en las obras de Ureña Ramos siempre ha llevado implícita una conexión con sus orígenes. En esta serie reciente de trabajos, él reconsidera la historia de Panamá en obras que, a pesar de sus temas específicos, permiten una interpretación más amplia. Esta involucra aspectos históricos, clásicos, publicitarios, de la cultura caribeña, de la nacionalidad y el desarraigo, que han ocupado la atención de este artista por décadas, y que ahora se reflejan en su interpretación personalísima de la historia patria.