sabato 23 febbraio 2008

1995-ARISTIDES UREÑA RAMOS "SOBRE LA RESTAURACION de la Capilla Sixtina"- Por ARISTIDES UREÑA RAMOS. 1995


SOBRE LA RESTAURACION DE LA CAPILLA SIXTINA
Miguel Angel Buonarrotti/ Museo Vaticano
“El afresco de El juicio Universal”
ARISTIDES UREñA RAMOS
Noviembre 1995


Cuando desde Roma, tomaba el tren para regresar a Florencia -ciudad donde he decidido exiliarme culturalmente- escribía este artículo con la esperanza de publicarlo, como una experiencia personal, para así poder compartir con los lectores un importante evento próximo a anunciarse: La restauración de la Capilla Sixtina y una de las obras más admiradas en el mundo, el fresco del EL JUICIO UNIVERSAL de Miguel Ángel.

Polémicas y debates van desde ahora a acompañar esta restauración, ya que pone en discusión los conceptos estéticos que historiadores del arte han dado referente a esta obra en este último siglo, y remarcando una de las controversias que han acompañado a un personaje importante, como Miguel Ángel, con respecto a la Pintura.

Recuerdo la primera vez que vi los complejos frescos de La Capilla Sixtina. Corría el año 1975, mis inquietudes artísticas las realizaba para ese entonces en La Academia de Bellas Artes de Florencia. Fue en una visita al Museo Vaticano de Roma cuando descubrí esta majestuosa obra.
Al entrar a La Capilla lo primero que llamó mi atención fueron los maravillosos frescos de Boticelli, Perugino y Luca Signorille, sus colores rojos incandescentes, verdes, azules marino y los potentísimos naranjas, todos los personajes rigorosamente vestidos con túnicas a la moda de aquellas época, la exactitud de las divisiones arquitectónicas, el separar los frescos dimensionando el espacio.

Al alzar la mirada y observar el techo, nos encontramos con un mundo completamente diverso. El techo estaba afrescado con grandes figuras, un mundo poblado de gigantes, profetas, Sibilas, héroes desnudos, se podía sentir la sensación de encontrarse frente a super Dioses, super hombres, desnudos o semi desnudos. La perfección majestuosa en las anatomías y la musculatura impactaba por do quier; la visión particular no molestaba la lectura de aquella. La armonía del complejo superior, antagonizada con los frescos de la parte inferior de Perugino, Boticelli y Signorille, sin duda una obra majestuosa y vía maestra, en la parte central donde esta colocado el altar, en la parte frontal el Juicio Universal que remarca la misma intensidad del techo.
Pero, regresemos a La Restauración y al debate en cuestión. Una de mis grandes dudas aparecían ya para ese entonces sobre un Miguel Ángel “MAS ESCULTOR que PINTOR”. Éstas dudas las habían alimentado en las aulas de La Academia.. Para esa época nuestro profesor de Historia del Arte era un apasionado de la restauración moderna y las problemáticas que derivaban de éstas (recordemos el escándolo sobre la restauración de la PRIMAVERA de Botticelli y el de los dos Rafael) y que bien disernía sobre este tema, sembrando en nosotros la atenta curiosidad en el tema.
El fresco de Miguel Ángel aparecía, ante el observador, con colores casi pasteles, como si fueran velados. No se sabía, pero esto era por una mala iluminación, y quien haya visitado La Capilla lo habrá notado, ya que tiene un aspecto misterioso - las tonalidades grisáceas y los matices suaves. Así la gran crítica de los últimos tiempos quedaba en apelativos como “AER PERSO”, FOSCO RAGGIAR” (pálido resplandecer) para expresarse como mérito a los colores del fresco. Esta crítica “romántica” había aceptado de por sí a un Miguel Angel pintor de colores y matices suaves, construyendo en torno a esta apreciación valores estéticos que servían como punto de comparativa, que llevaban a confusas y aproximadas afirmaciones.
En uno de los muchos ensayos críticos que he podido leer, pertenecientes a esos ambientes y que aquí proponemos para ubicarnos en la cuestión, se leía que: “Miguel Angel, el más grande manierista, hizo su contribución en el diseño, el dibujo y en los volúmenes plásticos, pero no en la pintura que, con su FOSCA pintura, era hábil para conglomerar a grandes masas”, siendo ésta la contribución mayor a las Artes universales.

En nuestras visitas dominicales por los museos Florentinos, al encontrarnos frente a un Pontormo o a un Rosso Fiorentino, no nos explicábamos como estos pintores, que copiaron y admiraron al más grande Manierista de su época, no nos han transmitidos los colores OPACOS y “Aer Perso” de Miguel Ángel, y por otra parte notábamos con gran curiosidad, en cambio, que ellos en sus pinturas nos ofrecían tintas de fuertes tonalidades siendo éstas una gran contradicción.
Con el Vasari (1511-1574) encontramos otra prueba de que Miguel Angel era un gran COLORISTA en el fresco y que “ejecutaba la técnica a la perfección”. Todas estas indicaciones nos llevaban a nuevas certezas, quedando en el centro de todas las reflexiones la pregunta: ¿Cuál es la verdadera Pintura de Miguel Ángel y cuales fueron sus verdaderos colores?.

Para nuestra sorpresa las primeras noticias que han publicado sobre La Restauración de El Juicio Universal, resultan en este momento muy referentes, porque ponen a la luz la cuestión. En estos momentos se encuentran restauradas más de 200 mts de fresco y las primeras novedades que este “Informe Técnico” nos trae ayuda a aclarar el panorama. Dice el Boletín: “El sucio y residuos de humos que se encontraban en la cola animal, usada en las anteriores restauraciones (tal vez para renfrescar los colores) eran uno de los peores males que existían en el fresco, ya que había contribuido a difundir la idea de que el color no existiese”. Fue la primera afirmación importante ya que derribaba viejos esquemas que sabios e historiadores del Arte habían dado sobre este tema.
A tal propósito en mi busqueda fui a ver las anteriores Restauraciones para comprender mejor las técnicas usadas y encontramos que en 1930 fue la última restauración y que duró seis años, de manos del Prof. Biagetti. Y es interesante leer las observaciones dejadas por él, que en los años 1936, decían:
“Este fresco exige un examen más particular ya que trata un problema muy discutible sobre el obscurecimento y ofuscamiento casi general de la pintura de las lunetas, causadas por materiales grasosos, colas gomosas y pinceladas a LESTA sobre las figuras”...y más adelante afirma: “el tono policromático de la Sixtina lo observamos a través de un vidrio ahumado que disminuye mucho los valores de los acordes, la luminosidad de los empastes y de los modelajes, así como los acordes”.



Con esta restauración vemos como cae la cortina obscura del tiempo, descubriendo un inédito Miguel Ángel totalmente nuevo, lleno de luz, de color y luminosidad. Quisiera poner entre comillas “NUEVO” porque despues de un siglo de verdades ingenuas sobre su pintura, finalmente podemos apreciar los verdaderos colores.
Mirando ahora el fresco sabemos como el gran artista trabajaba. Así apreciamos que poco a poco, atravez del avanzar en el trabajo de restauro, nos apoderamos cada dia más de la técnica, que da vida a esta majestuosa obra.
Como todo pintor sabe, en la ejecución de la pintura, sea ésta en empaste o en veladura, para dar las tonalidades claras o las luces, utilizamos el Blanco de Zinc o Titanio, esfumando (desvaneciendo) a “seco” en caso de luces sobre veladuras o creando empastes claros en caso de Pintura a empaste. Así vemos que para el fresco, la técnica era muy dificil, porque ésta no nos permite equivocaciones en su realización. Es absolutamente necesario dominar las dos técnicas de la pintura tradicional. En esta técnica (fresco) hay que decidir con anticipación las luces, los volumenes y los trazos. Un buen fresquista tenía que tener los resultados de las combinaciones y de las transposiciones de los colores que usaba antes de comenzar. Una rápida ejecución de la técnica era obligatoria, ya que se tenía que trabajar sobre el revoque fresco, antes de que la cal se secara y es por esto que esta técnica se llama Fresco.
Un buen fresquista, tiene que ser SINTETIZADOR de los colores, debe poseer gran técnica, ser pragmático y tener velocidad de ejecución.
Repasando la “Manera” en el que Miguel Ángel acustumbraba trabajabar la tecnica A FRESCO, sin usar cartones preparatorios (donde se encontraban el boceto), llenando de pura cal frescas las lunetas, dibujando apenas con amplios trazos para indicar las figuras y los volumenes, sin hacer ningún retoque a tempera, continúa avanzando con colores muy diluidos, delineando grandes figuras. Coloca, ocres, lápices azules y morados y sobre éstos velan los lilas, las bases verdes quemadas, sobre las trasparencia de los azulejos. La poca luz de la capilla, tal vez obliga a trabajar con grandes zonas de claros obscuros, dando lugar a grandes masas bien delineadas de luz. Allá donde haya un arrepentimiento (y la restauración técnica lo demuestra) el pedazo de mezcla del muro se sustituye y se repite la operación con los cambios, trabajando con colores muy líquidos (casi a veladura) dejando que el blanco de la base (la cal) exprese la luminosidad. Esta era una novedad, ya que es uno de los motivos que han ayudado a mantener la obra bien conservada y el verdadaero fresco intacto. Como he explicado anteriormente, generalmente las zonas claras son hechas con los impactos de blanco de zinc o titanio y estos son pigmentos minerales que se oxidan fácilmente y que a través de los años se ponen amarillentos, dándonos de manera aproximativa las verdaderas intenciones del artista. Esta es una de las grandes novedades de esta restauración, porque recupera gracias a la técnia del pintor su propia genuidad.
Para quien ha tenido la opurtunidad de trabajar con la técnica de Acuarela, es más fácil la compresión de la técnica usada por Miguel Ángel. Cuando utilizamos la acuarela las zonas de la luz son dadas en el mismo papel, dejando sin pintar o apenas pintando ligeras veladuras, potenciando de esta forma las partes claras. Hoy podemos observar que donde la limpieza ha sido realizada, la luminosidad aumenta potenciando los constrastes, dándole vigor a los colores y voluminosidad a las formas. Despues de quitar las colas tóxicas que cubren el fresco, se consolidan todos los pigmentos y los revoques.
Éste magnífico JUICIO UNIVERSAL se presentara vigoroso tomando el lugar que realmente le tocaba, una obra Mestra renacentista, que todavía hoy nos sorprende con su maravillosa belleza.


Aristides Ureña Ramos 1995

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